Dolor lumbar
Es un dolor localizado en la parte baja de la espalda, que en algunos casos irradia hacia zonas cercanas como glúteos, ingles o piernas (lumbociatalgia). Para considerar un dolor lumbar como crónico debe durar al menos 3 meses.
Responde a múltiples causas, la mayoría de ellas relacionas con la degeneración de la columna vertebral. Es un síndrome muy frecuente, que afecta a un porcentaje muy importante de la población. Aparece especialmente a partir de la década de los 40, pero también puede presentarse en pacientes más jóvenes.
Es importante un diagnóstico certero ya que puede ser la consecuencia de una enfermedad o la enfermedad en sí misma. Normalmente existe un dolor predominante en el suelo pélvico y este se refleja hacia zonas adyacentes. El dolor puede localizarse en: ano, periné, recto, región abdominal, área suprapúbica, ingles, uretra, pene, testículos, clítoris, vulva y vagina.
La característica principal es el dolor al sentarse, que en ocasiones lo hace imposible. Este dolor puede ser intermitente o continuo, suele empeorar a lo largo del día y con el frio. Suele aliviarse con el calor y al tumbarse.
En la región lumbar pueden verse afectadas diferentes estructuras, como los músculos, las articulaciones vertebrales o los discos intervertebrales, originando todas ellas dolor lumbar. Cualquier situación que produzca una sobrecarga muscular continuada puede desembocar en un síndrome miofascial lumbar. La conocida artrosis (degeneración articular) puede afectar a las articulaciones lumbares y manifestarse mediante dolor lumbar. Las hernias discales pueden originar dolor lumbar, y en ocasiones irritar nervios adyacentes y generar dolor irradiado hacia los miembros inferiores (ciatalgía).
Aunque el motivo más habitual de dolor lumbar es la degeneración de la columna vertebral y la sobrecarga muscular asociada, también puede deberse a otras causas menos comunes como las fracturas vertebrales por osteoporosis, las fracturas vertebrales por traumatismos, infecciones, procesos tumorales o afectación de órganos internos.
Debido a la complejidad del dolor lumbar, es fundamental que se realice una historia clínica detallada, y una exploración física orientada.
Es muy frecuente que sea necesario realizar pruebas complementarias que nos ayuden a identificar potenciales causas. Nos serviremos de pruebas de imagen como radiografías, TAC y resonancia magnética. Esta última es la que mayor información nos aporta acerca del estado de los vertebras lumbares, ligamentos y discos intervertebrales. En ocasiones puede ser necesarios estudios electrofisiológicos como el electromiograma.
Es necesario un tratamiento individualizado y multidisciplinar del dolor.
Se basa en medidas higiénicas (como postura adecuada, potenciación del tono muscular, control de peso), tratamiento rehabilitador y de fisioterapia, fármacos analgésicos y las infiltraciones. Las infiltraciones son técnicas dirigidas a administrar medicación de manera localizada y específica en la zona responsable del dolor lumbar
Las siguientes medidas no solo nos ayudan a prevenir la aparición de la lumbalgia, sino también, a frenar su evolución:
- Mantenerse en su peso ideal, adelgazando si es preciso
- Higiene postural
- No cargar pesos ni adoptar posturas forzadas
- Realizar estiramientos de la zona lumbar
- Potenciar la musculatura de la zona abdominal y lumbar mediante ejercicios específicos o actividades como natación, aquagym, pilates o yoga
Cuando el dolor lumbar es una enfermedad crónica, es muy importante incluir estas medidas en nuestras rutinas diarias, ya que nos ayudará a disminuir su intensidad y su frecuencia de aparición.