
- C/ Profesor Waksman, 8 - 3ºA (Madrid)
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El síndrome miofascial es una enfermedad frecuente que afecta al sistema musculoesquelético, en el que puede verse afectado cualquier músculo de nuestro cuerpo. En el caso del dolor pélvico crónico, la afectación de los músculos que componen el suelo pélvico suele estar presente en casi todos los pacientes.
Es un diagnóstico que se pasa por alto con cierta frecuencia en el dolor pélvico crónico, ya que no es fácil llegar a él.
Afecta tanto a hombres como mujeres y se caracteriza por ser un dolor en ocasiones muy invalidante, que impide realizar actividades de la vida diaria, ya que en muchas ocasiones se desencadena simplemente al sentarse e impide llevar una vida normal: como trabajar, realizar labores de la vida diaria, practicar deporte o actividades de ocio.
Es difícil aliviar este tipo de dolor con analgésicos convencionales, puede incluso alterar la calidad de nuestro sueño y provocar un grado de ansiedad y depresión importante.
Los músculos del suelo pélvico que se ven frecuentemente afectados tanto en hombres como en mujeres son: músculo elevador del ano, músculo esfínter anal, músculo obturador interno, músculos trasversos del periné o músculo coccígeo.
En muchas ocasiones pueden verse afectados también, músculos de la pared abdominal, como músculo recto abdominal, músculo trasverso y oblicuo abdominal y músculos pélvicos que no forman parte específicamente del suelo pélvico, como puede ser el músculo piramidal, músculo glúteo mayor y glúteo medio, entre otros. Una de las razonas por que las que aparece este efecto llamada es por la adopción de posturas antiálgicas (posturas que adquirimos para evitar el dolor) como cambios a la hora de sentarse. Es muy importante tratar el músculo originalmente afectado y todos los que después se han podido añadir, con el objetivo de disminuir el dolor y poder devolver una buena calidad de vida.
El dolor miofascial es un trastorno de dolor crónico que afecta a los músculos, fascias e inserciones tendinosas. El dolor se debe a una disfunción sensitiva, motora y del sistema nervioso autónomo, que normalmente desemboca en un dolor crónico.
Los músculos, fascias y tendones implicados se encuentran acortados, la capacidad de alargamiento muscular esta restringida, no pueden llegar a extenderse del todo y presentan un bloqueo o contractura permanente, los sentiremos como músculos sobrecargados y se percibe también como un dolor el los tejidos blandos.
En el interior de los músculos afectados aparecen unas bandas tensas y dentro de ellas los famosos puntos gatillo. Estos puntos gatillo suelen ser palpables y pueden resultar dolorosos de forma permanente (puntos gatillo activos) o solo al ser presionados (puntos gatillo latentes). Se asemejan a un nudo en el músculo afectado.
Normalmente al presionar los puntos gatillo aparecer dolor en esa zona, pero también en otros puntos cercanos, dando lugar a lo que se conoce como un dolor referido o reflejo.
Cada músculo presentará un dolor característico y un patrón de dolor reflejo específico.
El síndrome miofascial no lo debemos confundir con fibromialgia, aunque presentan características que se solapan, se trata de dos enfermedades diferentes, aunque comunes pacientes que sufren dolor crónico. En la fibromialgia, a diferencia de los puntos gatillo presentes en el dolor miofascial, encontramos los puntos dolorosos o sensibles (tender points), que no debemos confundir. Cuando presionamos un punto gatillo aparece un dolor referido, alejado del punto de presión. Mientras que, en la fibromialgia, solo aparece dolor local y en los alrededores cercanos al tender point o punto doloroso.
Es muy usual con problemas urológicos la afectación de la zona pélvica y la aparición de un síndrome miofascial. Por ejemplo, en relación con la prostatitis crónica. En esta enfermedad, se produce una defensa muscular que da lugar a músculos sobrecargados que acaban causando dolor crónico. En muchas pacientes el síndrome miofascial se pasa por alto en el diagnóstico.
El síndrome miofascial puede afectar a cualquier músculo, fascia o tendón de nuestro aparato musculoesquelético. Como hemos comentado, se caracteriza por la aparición de puntos gatillo, que se pueden palpar como un nudo en el músculo afectado, y supone un diagnostico común en los pacientes que sufren dolor crónico.
Además de la zona pélvica, hay otras que se ven frecuentemente afectadas como la zona lumbar (dolor lumbar miofascial) o la musculatura de la mandíbula, típico en los pacientes que sufren bruxismo, debido a ese sobreesfuerzo los músculos se encuentran sobrecargados y aparece el dolor miofascial.
Las zonas donde va a aparecer el dolor, van a depender del músculo afectado y de sus puntos gatillo. Cuando se afecta la musculatura del suelo pélvico en líneas generales el dolor aparece en: ano, zona perineal, bajo vientre, ingles, glúteos, sacro, isquiones (puntos de apoyo al sentarnos), espalda baja y es típico también sensación de ocupación o pelota de golf en recto.
Es muy común que el dolor se acompañe de problemas urológicos, como son cambios en la frecuencia y urgencia urinaria y también cambios en la fuerza necesaria para poder vaciar la vejiga.
Según el musculo afectado:
Musculo elevador del ano: forma el diafragma pélvico. Compuesto por los fascículos puborrectal, pubococcígeo, ileococígeo y elevador de la próstata en el hombre y pubovaginal en mujeres. Recibe inervación del nervio pudendo.
Musculo esfínter anal: inervado por nervio rectal inferior (rama del nervio pudendo)
Musculo obturador interno:
Musculo coccígeo:
Por otro lado, la aparición de un síndrome miofascial en la musculatura extrapélvica puede producir un dolor reflejo en el suelo pélvico.
Músculo piramidal
Músculos glúteos mayor, medio y menor
Músculo recto abdominal:
Músculo oblicuo abdominal
Músculo cuadrado lumbar:
Es importante resaltar que para poder llevar a cabo un tratamiento eficaz, primero debemos llegar al diagnóstico acertado. El síndrome miofascial como ya hemos comentado es una condición frecuente en los pacientes que sufren dolor crónico, pero pasado por alto en muchas ocasiones. Además, es muy importante también diagnosticar la causa que ha originado el síndrome miofascial, como puede ser una prostatitis crónica, endometriosis, estrés postraumático, dismetrías anatómicas, etc. y tratar ambas, la causa y el síndrome miofascial.
El tratamiento adecuado debe ser siempre multidisciplinar e incluir: modificaciones del estilo de vida, tratamiento médico, tratamiento psicológico y fisioterapia del suelo pélvico.
El dolor miofascial es un tipo de dolor que no se suele aliviar con los analgésicos convencionales como son los antiinflatorios y derivados opiáceos. Si bien es verdad, hay otros fármacos que si pueden ayudar a modular el dolor y disminuir la sensibilización, como son los antidepresivos (amitriptilina, duloxetina, etc.) y anticonvulsivantes (pregabalina, gabapentina, eslicarbazepina, etc.). Otros fármacos como los benzodiacepinas (diazepam, etc.) pueden ayudar a conseguir una cierta relajación muscular y rebajar el nivel de ansiedad, mejorando en ocasiones la calidad del sueño, muy importante para no aumentar la sensibilización.
Respecto a la medicación oral, tratamos siempre de llegar a un equilibrio entre los afectos adversos, ya que a veces aparecen efectos sedantes que no resultan cómodos, y el alivio proporcionado.
Como ya hemos explicado anteriormente, en el síndrome miofascial el músculo se encuentra contracturado y bloqueado de forma permanente, esto disminuye el flujo sanguino que llega hasta él. En la gran mayoría de los casos es necesario realizar infiltración de puntos gatillo y bloqueos musculares con anestésico local y corticoides. Con el objetivo de desbloquear el músculo, ayudarle a recuperar su estado normal y permitir una adecuada irrigación sanguínea.
A veces el bloqueo con anestésico local y corticoide no es suficiente para aliviar a el dolor o su efecto no se alarga en el tiempo, en estas ocasiones la infiltración de toxina botúlica (Bótox®) estaría indicada, obteniendo buenos resultados en los pacientes seleccionados.
Es fundamental combinar al tratamiento médico con tratamiento fisioterápico.
La fisioterapia del suelo pélvico debe estar orientada a la relajación y estiramiento muscular fundamentales para el alivio del dolor en el síndrome miofascial. Esto tiene una gran importancia, ya que a veces se piensa que el dolor se debe a una debilidad del suelo pélvico y los ejercicios de fortalecimiento (como ejercicios de Kegel) no hacen más que el empeorar el dolor, ya que añaden más sobrecarga. Algunas técnicas empleadas en fisioterapia son: terapia manual, método de punción seca, utilización de dispositivos endocavitarios como dilatadores, empleo de INDIVA®, etc.
Es de gran ayuda siempre complementar el tratamiento con terapia psicológica, porque ayuda a la modulación del dolor, especial la terapia EMDR. La reprocesamiento del trauma que se realiza en terapia EMDR es fundamental para luchar contra el dolor crónico.
Hay determinados hábitos y modificaciones del estilo de vida que nos pueden ayudar a disminuir el dolor miofascial y a evitar que se exacerbe, como pueden ser:
En Clínica Itza realizamos un tratamiento integral del síndrome Miofascial en Madrid, con el objetivo de aliviar al máximo el dolor y devolver una buena calidad de vida. Es fundamental un tratamiento del síndrome miofascial y de la causa que lo origina.
Ganador Doctoralia Awards 2015
Premio del Instituto de Excelencia Profesional 2016
Premio Foro Europeo Cum Laude 2016
Nominado Doctoralia 2016
Nominado Doctoralia 2017
Nominado Doctoralia 2018
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