
- C/ Profesor Waksman, 8 - 3ºA (Madrid)
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El cuidado del suelo pélvico es muy importante tanto durante el embarazo, como en el postparto. Es un momento vital muy gratificante, pero en ocasiones puede volverse un momento difícil cuando aparece dolor y sobretodo, cuando este se hace crónico. El hecho de preparar el suelo pélvico no nos garantiza al cien por cien que no vaya a aparecer dolor, pero si va a minimizar las consecuencias y va a acelerar la recuperación.
El suelo pélvico es el conjunto de músculos, fascias, tendones y ligamentos que se anclan en la estructura pélvica ósea para dar soporte y sujeción a todos los órganos pélvicos, tanto del sistema digestivo, sistema urinario y reproductor.
Presenta tres compartimentos: compartimento anterior donde se alojaría vejiga y uretra, un compartimento medio donde encontraremos útero y vagina y, por último, un compartimento posterior con recto y canal anal.
La musculatura del suelo pélvico va a formar lo que conocemos como diafragma pélvico. El principal músculo que constituye el diafragma pélvico es el es músculo elevador del ano en la parte anterior y el músculo isquiococcígeo en el parte posterior. Esta tabla muscular va a presentar en el caso de la mujer tres orificios que dan salida al aparato digestivo, urinario y reproductor a través del ano, uretra y vagina, respectivamente.
El músculo fundamental y más voluminoso del diafragma pélvico es el músculo elevador del ano. Presenta una forma de “V” invertida y está constituido por cuatro fascículos: iliococcígeo, pubococcígeo, puborectal y pubovaginal, que se anclan en estructuras pélvicas óseas y arcos tendinosos y ligamentosos. La integridad de esta musculatura es esencial para una adecuada sujeción de las estructuras pélvicas, pero también va a tener una función activa en el control en la continencia urinaria y fecal.
Entendemos que el suelo pélvico está sano cuando es capaz de realizar estas funciones y cuando hay una ausencia de dolor.
El parto es probablemente la causa principal de disfunción del suelo pélvico en la mujer. El dolor pélvico en relación al embarazo y el parto, puede empezar ya durante en el embarazo y continuar en los meses postparto o bien desencadenarse tras el parto.
Hay una serie de factores de riesgo que pueden hacer a las mujeres más vulnerables a padecer este tipo de dolor:
El dolor postparto es muy invalidante y genera un sentimiento de frustración muy importante en las mujeres que lo padecen, ya que a veces puede ser tan intenso que impida a la madre poder disfrutar de un momento tan gratificante. La falta de sueño, que es un denominador común en casi todas las mujeres en el postparto, puede comportarse como un amplificador del dolor.
Es típico sentir dolor en vagina, ano, recto, cicatriz de episiotomía y periné. Es muy frecuente que se acompañe de dolor en las relaciones sexuales (dispareunia), dolor al sentarse, dolor o molestia en la micción o en la defecación, incluso el dolor puede persistir tiempo después de la defecación (dolor postdefecatorio).
Tras un parto estrictamente normal, todas estas molestias que comentamos pueden formar parte de una recuperación postparto normal, el problema aparece cuando los síntomas no mejoran según van pasando las semanas y cuando el dolor tampoco se alivia, incluso puede ir en aumento. Por tanto, jugará un papel determinante en el diagnóstico del dolor pélvico postparto el tiempo de evolución y la forma de evolución de estos síntomas.
El dolor puede presentarse en forma de ardor, presión, sensación de alfileres y agujas, descargas eléctricas, hormigueo o picazón. Puede localizarse en periné de forma central o predominar un lado u otro. Su intensidad puede variar a lo largo del día, aumentando tras esfuerzos que incrementan la presión intraabdominal, como coger peso.
El dolor pélvico postparto puede tener muchas causas, algunas de ellas serán consecuencia de la afectación de vísceras pélvicas como los prolapsos (rectocele, cistocele o prolapso genital) o la aparición de un síndrome de congestión pélvica, entre otras causas.
Desde nuestra experiencia, una vez que se han descartado estas patologías por los especialistas en ginecología, urología o cirugía vascular y el dolor persiste, debemos pensar en una afectación de la musculatura del suelo pélvico o una neuropatía del nervio pudendo como causa del dolor.
Durante el embarazo y el parto el nervio pudendo es especialmente vulnerable a la lesión. El nervio pudendo tiene su origen en las raíces sacras S2, S3 y S4 y se dirige por el interior de la pelvis hasta el periné. Durante el proceso de dilatación y el descenso del bebé por el canal del parto puede sufrir lesión por compresión o por estiramiento. Estas lesiones se producen por la fuerza ejercida sobre el nervio que lo lesiona, además de comprimir los vasos sanguíneos encargados de irrigar al nervio pudendo.
El daño sobre el nervio va a depender del tiempo que haya estado comprimido o estirado y de la intensidad de la fuerza. En condiciones normales es fisiológica una compresión del nervio, es decir, es casi inevitable. Por ejemplo, durante la segunda etapa del parto la cabeza del bebe presiona el nervio pudendo sobre las espinas isquiáticas y esto produce una lesión que en la mayoría de los casos que no da ningún síntoma y se recupera sin que la paciente haya sido consciente de ello.
El problema comienza cuando aparece dolor y este no disminuye según pasan las semanas, esto puede deberse a una neuropatía del nervio pudendo. Este dolor tiene características neuropáticas: ardor, escozor, picazón, sensación de alfileres, descargas eléctricas, etc.
También se puede producir una afectación de la musculatura pélvica durante el embarazo y posteriormente en el parto. El diafragma pélvico como consecuencia del sobresfuerzo y peso soportado puede defenderse contrayéndose de forma exagerada y dando lugar a un síndrome miofascial. El músculo que con más frecuencia se afecta es el músculo elevador del ano, cuando esta sobrecargado o bloqueado puede dar lugar a ardor y dolor en vagina, ano y periné.
La afectación del musculo elevador del ano es más típica después de un parto vaginal, aunque también podría aparecer después de una cesárea, esto se debe a que el peso soportado por la musculatura debido al crecimiento del útero en el embarazo y la distensión del músculo durante el parto suceden en ambos casos, en el parto vaginal y en la mayoría de las cesáreas. Si bien es verdad, que el dolor más frecuente en cesáreas será el dolor en la zona abdominal.
Lo más habitual es que tras el parto se produzca una debilidad o hipotonía del suelo pélvico. Como decíamos antes, el músculo puede defenderse de esa sobrecarga contrayéndose (síndrome miofascial), pero lo más habitual es que sencillamente se quede debilitado como consecuencia del sobrepeso durante el embarazo y la distensión del músculo durante el parto. Tenemos así, dos grandes posibilidades de disfunción del suelo pélvico:
En ambos casos, tanto en las hipotonías como en las hipertonías, el sobrepeso durante el embarazo y el aumento de la presión intraabdominal pueden trasmitirse al diafragma pélvico, ocasionando el descenso de órganos pélvicos y la posterior aparición de prolapsos, como el caso del prolapso rectal.
A la hora de comenzar un tratamiento es esencial diagnosticar si existe una hipotonía o una hipertonía de la musculatura pélvica. Ya que, si hay una hipertonía y tratamos de fortalecer la musculatura pélvica con ejercicios de Kegel, ejercicios hipopresivos o uso de bolas vaginales (recomendados en casos de hipotonías) solo vamos a conseguir incrementar el dolor, porque el músculo se va a contraer aún más. En Clínica Itza colaboramos con un equipo de fisioterapeutas expertas en técnicas de fisioterapia abdominal y pélvica y tratan tanto en hipotonías como en hipertonías.
En Clínica Itza tratamos de ofrecer un tratamiento integral, para que las pacientes puedan disfrutar de su faceta de madre y recuperar el resto de facetas sin dolor o al menos, con un alivio significativo.
Para una recuperación rápida del suelo pélvico es fundamental hacer una buena preparación del suelo pélvico previa al parto. Para ello es muy recomendable ponerse en manos de fisioterapeutas expertas que nos guíen en la preparación y en los ejercicios específicos, para poder afrontar el parto con un suelo pélvico lo más sano posible.
Esto no va a garantizar que no pueda haber ninguna complicación, como la aparición de dolor, pero es verdad que sí va a minimizar las consecuencias que puedan tener esas posibles complicaciones en el suelo pélvico.
Cuando estamos ante un postparto que cursa sin dolor, la recuperación del suelo pélvico suele ser más rápida. Si estamos ante un caso de debilidad del suelo pélvico, es importante en las primeras semanas esperar a que el periné se recuperé, cuidar la postura, uso de cinturón pélvico postparto y no hacer esfuerzos en el postparto que vayan a aumentar la presión intraabdominal y secundariamente la pélvica. Pasadas unas semanas y siempre bajo supervisión de un especialista, sí es recomendable comenzar a ejercitar la musculatura para recuperar el tono pélvico. Se pueden realizar ejercicios hipopresivos, ejercicios de Kegel, yoga o pilates, recalcado la importancia de estar guiado por especialistas para evitar lesiones o retrocesos en la recuperación.
En todos los casos es fundamental una adecuada preparación del suelo pélvico. Hoy en día tenemos a nuestro alcance muchas herramientas como el EPI-NO, indicaciones posturales, ejercicios de movilización de la pelvis, masaje perineal, etc. que nos preparan para el parto y nos previenen de posibles lesiones o disminuyen las consecuencias que habrían aparecido si no hubiésemos realizado ninguna preparación.
Ganador Doctoralia Awards 2015
Premio del Instituto de Excelencia Profesional 2016
Premio Foro Europeo Cum Laude 2016
Nominado Doctoralia 2016
Nominado Doctoralia 2017
Nominado Doctoralia 2018
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