Dolor pélvico crónico
Es un dolor localizado en la región abdominopélvica que aparece tanto en hombres como en mujeres y puede tener diversas causas. Consideramos que es crónico a partir de seis meses, aunque en el momento actual tres meses se puede considerar suficiente.
Es importante un diagnóstico certero ya que puede ser la consecuencia de una enfermedad o la enfermedad en sí misma. Normalmente existe un dolor predominante en el suelo pélvico y este se refleja hacia zonas adyacentes. El dolor puede localizarse en: ano, periné, recto, región abdominal, área suprapúbica, ingles, uretra, pene, testículos, clítoris, vulva y vagina.
La característica principal es el dolor al sentarse, que en ocasiones lo hace imposible. Este dolor puede ser intermitente o continuo, suele empeorar a lo largo del día y con el frio. Suele aliviarse con el calor y al tumbarse.
La principal causa de dolor pélvico crónico en la mujer es el dolor postparto, debido a la episiotomía, que puede ser una causa tardía de dolor, al estiramiento del nervio pudendo (neuropatía nervio pudendo) y sobrecarga muscular durante el embarazo y el parto que pueden dar lugar a un síndrome miofascial del suelo pélvico.
Otras causas pueden ser: endometriosis y/o adenomiosis, infecciones urinarias y candidiasis de repetición, vulvodinia y síndrome de vejiga dolorosa.
La causa más frecuente en el hombre es la prostatitis crónica ya sea bacteriana o abacteriana, la afectación de los músculos y nervios de la pared abdominal secundarios a cirugía o esfuerzos repetidos, que pueden dar lugar a dolor testicular y tanto en hombres como en mujeres puede aparecer dolor tras cirugías urológicos, ginecólogas y proctológicas.
En todas estas causas podemos encontrar un síndrome miofascial de suelo pélvico secundario.
Es fundamental una historia clínica detallada y exploración física. Es necesaria la exploración de grupos musculares para la evaluación del tono muscular, presencia de puntos gatillo e irradiación del dolor.
En muchas ocasiones serán necesarias pruebas complementarias, como: pruebas neurofisiológicas para estudio del nervio pudendo, electromiografía para el estudio de los músculos del suelo pélvico, ecografía y eco Doppler para estudio de las arterias y venas abdominopélvicas, RMN y/o TAC abdominal y pélvico, test de Stamey, ecografía prostática transrectal, etc.
Es importante no retrasar el diagnostico certero, ya que cuanto antes se empiece a tratar el dolor, mas fácil será poder aliviarlo.
Es necesario un tratamiento individualizado y multidisciplinar del dolor.
El dolor pélvico crónico no suele responder a los analgésicos convencionales. En ocasiones dosis bajas de antidepresivos, benzodiacepinas, relajantes musculares, etc., pueden aliviar parcialmente los síntomas y ser un tratamiento complementario.
Según los casos, puede ser necesario: bloqueo del nervio pudendo, radiofrecuencia del nervio pudendo, bloqueo del nervio ilioinguinal e iliohipogástrico, bloqueos musculares, infiltración de puntos gatillo miofasciales e infiltración de Botox en la musculatura afectada.
Todo ello complementado con tratamiento fisioterápico especifico para suelo pélvico y tratamiento psicológico, en especial terapia EMDR.
Existen una serie de factores que, sin ser la causa del dolor, pueden facilitar su aparición, como:
- Deportes de impacto, entre los que se encuentran: ciclismo, running, abdominales y levantamiento excesivo de pesas, equitación, ejercicios hipopresivos, etc.
- Infecciones de repetición en tracto genitourinario, como candidiasis.
- Estreñimiento crónico. Fisuras anales.
- Síndrome de intestino irritable.
- Hipotiroidismo no tratado.
- Profesiones sedentarias (administrativos, informáticos, etc.)
Es importante minimizar en la medida de lo posible la aparición y perpetuación en el tiempo de estos factores, sobretodo cuando aparecen los primeros síntomas.